Peugeot 308 GT: Riesgo bajo control
- sgcoolevents
- 6 jul 2015
- 3 Min. de lectura

Es bien sabido que en la vida, en ocasiones, si quieres ganar tienes que arriesgar; y eso es precisamente lo que hizo Peugeot con la configuración del cockpit del nuevo 308. La ocurrencia de colocar un volante pequeño y los relojes del salpicadero por encima del aro no convenció a todo el mundo de forma inmediata, pero a la larga se demostró que era una buena idea. No solo limita el tiempo que el conductor pasa con la mirada fuera de la carretera, sino que además permite encontrar una posición cómoda y deportiva de conducción sin necesidad de rebajar en exceso la altura del asiento. Lo cual es especialmente interesante cuando hablamos de versiones como el 308 GT.
Porque reconozcámoslo. Quitando a cuatro petrol heads, a la mayoría de personas le gusta llevar una posición de conducción relativamente elevada –el éxito de los SUV así lo atestigua–. Es una condición esencial para que un coche sea cómodo para el día a día y por ello, en los GTI destinados a este tipo de utilización –descartando deportivos de fin de semana–, es necesario realizar un encaje de bolillos entre el confort de marcha y las aptitudes dinámicas. En este sentido, con un cockpit como el del 308 ya tienes –casi– la mitad del trabajo hecho.

No nos puede extrañar por tanto el excelente equilibrio entre comodidad y aplomo que muestra el bastidor del 308 GT, el último peldaño de la gama del compacto francés antes de llegar a los más radicales GTI o GTI by Peugeot Sport. Es de esos turismos que te apetecería quedarte tras la prueba pertinente, porque sirve para todo y todo lo hace de un modo divertido. Es, en definitiva, un compacto brillante con mucha chispa, que te permite pasarlo bien en cualquier tipo de vía sin maltratar a los ocupantes del habitáculo. Al tiempo que haces tu vida normal, sin ningún tipo de cortapisas.
Existe una versión diésel de 181 CV de este pequeño deportivo, pero haznos caso si te recomendamos la de gasolina de 205 CV. A fuer de ser puristas, es lo suyo en un gran turismo, pero además resulta más fino de funcionamiento, tiene un empuje muy lineal desde bastante abajo y suena de maravilla. Con este propulsor, que está asociado a una caja manual de seis velocidades muy precisa y rápida de accionar, es un coche vivo y muy ágil.
Para contener sus arremetidas, el 308 GT cuenta con unas suspensiones de amortiguadores más duros y muelles más cortos, además de unos discos de freno de mayor tamaño. Son los únicos elementos mecánicos –aparte del motor– que cambian respecto a las versiones de calle. Es cierto que la nueva suspensión hace el bastidor un poco más seco, algo que notarás sobre todo al pasar sobre guardias tumbados, pero en ningún caso resulta incómoda.

En el terreno del diseño, este GT presume de una buena batería de modificaciones estéticas. Tanto en el interior, con detalles como el recubrimiento del techo de tela negra, los pespunteados de hilo rojo en varias piezas, los asientos de tela y alcántara o los pedales de aluminio; como en el exterior, con parachoques específicos, faldones laterales y un doble tubo de escape a ambos lados del difusor.
Entre sus elementos de equipamiento de serie, destacan los faros full led, el acceso y arranque sin llave, los sensores de aparcamiento, los asientos deportivos, el freno de estacionamiento eléctrico o el sistema multimedia de 9,7 pulgadas. Estas gentilezas dotan al GT de un cierto aire premium, que convencerá al conductor más exigente.
Algo que tampoco podría faltar en un turismo de sus características es el Driver Sport Pack, un sistema que modifica el funcionamiento de ciertos parámetros del vehículo para hacerlo más o menos radical –incluso puedes amplificar el sonido del motor por medio de los altavoces del sistema de audio, una opción que se está poniendo de moda en GTIs con pretensiones–.

El 308 GT está disponible desde 27.750 euros con carrocería de cinco puertas y 28.550 con carrocería familiar. No es poco dinero para un compacto de sus características, pero devuelve cada céntimo invertido por su versatilidad y su deportividad sin estridencias. Es discreto, bonito y cañero. ¿Qué más le puedes pedir a un Gran Turismo?
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